
No logro dormirme porque mañana no será un jueves normal,
en el que iré a escuchar tu clase magistral, esa que das con la habilidad de
quien lleva tiempo impartiéndola, pero a la vez con la originalidad y la
innovación del que se levanta todos los días con ganas de hacer su trabajo y
con algo nuevo que decir. Mañana, a diferencia de todas las semanas, en las que
a pesar de no estar de acuerdo con algunas de tus premisas, salgo de clase
satisfecho por haber aprendido algo nuevo con tus explicaciones y tu
interpretación de los textos en relación con la realidad, saldré complacido, pero
también nervioso porque luego compartiré contigo en un espacio distinto al aula
de clase.
No consigo conciliar el sueño porque esta noche, por
primera vez, me he puesto a pensar seriamente en todo. Me he tomado el tiempo
para pensar en lo bella e inteligente que eres, en la forma imponente y a la
vez sutil en que te expresas, esa que como hombre me atrae. Porque para mí la
mujer ideal debe ser fuerte y delicada al mismo tiempo. Pienso en la esperanza
que compartimos, la que, por distintos motivos para cada uno, nos hace
levantarnos cada día. Esa que tenemos grabada en el espíritu. Aunque tú
adicionalmente la llevas grabada en la piel ¡Qué detallazo! Me he detenido a
pensar en la experiencia de vida que evidencias en cada uno de tus gestos y/o
palabras, y que te hace ser tan interesante. Es por eso que me complace que
hayas aceptado mi invitación a salir.
Pero me agrada mucho más que no te sea indiferente, que el
feeling sea mutuo y que no hayas tratado de ocultarlo. Al contrario, lo has
sabido demostrar. El tono de tu voz al decirme “Sí ¿por qué no?”, cuando te invité a tomarnos un trago, más la
mirada que acompañó dicha afirmación, hicieron que notara que tengo chance
contigo. Y ni hablar de “click” (vamos a decirlo así) que hemos hecho en clase
cuando hago algún comentario acertado, sustancioso, con contenido importante,
diferente a otros que no aportan nada para el debate académico. Esas acciones
que reflejan tu agrado no mienten y me demuestran que el muro de resistencia
que usas para no dejar que cualquiera entre a tu vida, no es inquebrantable. Entiendo
que te protejas. Yo llevo 23 (sí, tengo apenas 23) años haciéndolo: procurando
que la gente tenga la menor posibilidad de afectarme. Tus acciones también me
han hecho saber que, ahora más que nunca, sigues sintiendo como mujer y que posiblemente
quieres sentirme. Y, aunque no tengo tanta experiencia como tú, he vivido lo
suficiente para saber qué terreno estoy pisando. Y, pese a que eres el terreno
más complejo al que me he acercado, acepto el reto.
El reto lo tengo más tarde cuando salgamos. Espero saber
comunicar, y no sólo con palabras, lo que siento por ti. Te propuse ir a Tequilibrio a tomar cocteles
y a disfrutar de la música en vivo y te pareció una excelente idea. Te propongo
también que me des la oportunidad de entrar en tu vida como hombre, siendo más
que un simple alumno. De acompañarte de todas las formas posibles o de las que tú
quieras. Porque ¿sabes? cuando te vi no pensé “Yo le meto”, como suelo hacerlo
cuando veo a una hembra que está chévere. Y no es porque no te meta ( ¡uff, me
canso!). Lo que pasa es que a ti no te meto un ratico, sino que voy con todo.
No sé si tú desees darle rienda suelta a los sentimientos o prefieras tener
sólo una amistad con sexo. Solamente sé que estoy dispuesto a acceder a
cualquiera de las dos o a ambas a la vez, y que, en palabras de Buena Fe, puedo
asegurarte que no jugaré con tu soledad.
“Necesité de ti antes
de saber que existieras y cuando apareciste me paré donde me vieras", suena
en mi Ipod. Qué casualidad o conexión con el campo, dirían los psicólogos,
porque eso fue lo que me pasó contigo: antes de conocerte sabía que la persona
que necesitaba llegaría en cualquier momento y cuando al verte supe que se
trataba de ti, no tardé en mostrarme. Ah, seguramente no sabrás de qué canción
te hablo. Es un rap venezolano, criollo. Sé que poco conoces de eso, pero no te
preocupes porque conmigo descubrirás muchas cosas. Mejor dicho, descubriremos.
A eso te invito: a descubrirnos. Yo por mi parte he quedado felizmente
evidenciado ante ti.
Atte:
Fabián.
Claudia Hernández
Claudia Hernández
Esto me recuerda a esa canción de la mosca que dice: todos tenemos un amor que nos complica la vida....!
ResponderBorrarQue vaina con esas profesoras y profesores que roban algo más que suspiros.