domingo, 16 de febrero de 2014

Necesité de ti



    Mientras me acostaba en la cama, comencé a recordarte y me pregunté si estarías dormida. Seguro debes estarlo, por supuesto que sí. Aquí el que no tiene una conducta normal soy yo: son las tres de la mañana, tengo que levantarme a las cinco y todavía no me dispongo a dormir. Pero no me lo reprocho, más bien (y es extraño que lo haga) me comprendo, entiendo lo que siento. No logro dormirme porque  mañana tengo clase contigo. A lo mejor suene atrevido por tutearte, profesora, pero es que para mí tú eres frescura y juventud.   Al fin y al cabo, la juventud se lleva en el interior y tú la tienes tan arraigada que la exteriorizas con una facilidad que no todos tienen.

          No logro dormirme porque mañana no será un jueves normal, en el que iré a escuchar tu clase magistral, esa que das con la habilidad de quien lleva tiempo impartiéndola, pero a la vez con la originalidad y la innovación del que se levanta todos los días con ganas de hacer su trabajo y con algo nuevo que decir. Mañana, a diferencia de todas las semanas, en las que a pesar de no estar de acuerdo con algunas de tus premisas, salgo de clase satisfecho por haber aprendido algo nuevo con tus explicaciones y tu interpretación de los textos en relación con la realidad, saldré complacido, pero también nervioso porque luego compartiré contigo en un espacio distinto al aula de clase.

          No consigo conciliar el sueño porque esta noche, por primera vez, me he puesto a pensar seriamente en todo. Me he tomado el tiempo para pensar en lo bella e inteligente que eres, en la forma imponente y a la vez sutil en que te expresas, esa que como hombre me atrae. Porque para mí la mujer ideal debe ser fuerte y delicada al mismo tiempo. Pienso en la esperanza que compartimos, la que, por distintos motivos para cada uno, nos hace levantarnos cada día. Esa que tenemos grabada en el espíritu. Aunque tú adicionalmente la llevas grabada en la piel ¡Qué detallazo! Me he detenido a pensar en la experiencia de vida que evidencias en cada uno de tus gestos y/o palabras, y que te hace ser tan interesante. Es por eso que me complace que hayas aceptado mi invitación a salir.

          Pero me agrada mucho más que no te sea indiferente, que el feeling sea mutuo y que no hayas tratado de ocultarlo. Al contrario, lo has sabido demostrar. El tono de tu voz al decirme “Sí ¿por qué no?”,  cuando te invité a tomarnos un trago, más la mirada que acompañó dicha afirmación, hicieron que notara que tengo chance contigo. Y ni hablar de “click” (vamos a decirlo así) que hemos hecho en clase cuando hago algún comentario acertado, sustancioso, con contenido importante, diferente a otros que no aportan nada para el debate académico. Esas acciones que reflejan tu agrado no mienten y me demuestran que el muro de resistencia que usas para no dejar que cualquiera entre a tu vida, no es inquebrantable. Entiendo que te protejas. Yo llevo 23 (sí, tengo apenas 23) años haciéndolo: procurando que la gente tenga la menor posibilidad de afectarme. Tus acciones también me han hecho saber que, ahora más que nunca, sigues sintiendo como mujer y que posiblemente quieres sentirme. Y, aunque no tengo tanta experiencia como tú, he vivido lo suficiente para saber qué terreno estoy pisando. Y, pese a que eres el terreno más complejo al que me he acercado, acepto el reto.

          El reto lo tengo más tarde cuando salgamos. Espero saber comunicar, y no sólo con palabras, lo que siento por ti.  Te propuse ir a Tequilibrio a tomar cocteles y a disfrutar de la música en vivo y te pareció una excelente idea. Te propongo también que me des la oportunidad de entrar en tu vida como hombre, siendo más que un simple alumno. De acompañarte de todas las formas posibles o de las que tú quieras. Porque ¿sabes? cuando te vi no pensé “Yo le meto”, como suelo hacerlo cuando veo a una hembra que está chévere. Y no es porque no te meta ( ¡uff, me canso!). Lo que pasa es que a ti no te meto un ratico, sino que voy con todo. No sé si tú desees darle rienda suelta a los sentimientos o prefieras tener sólo una amistad con sexo. Solamente sé que estoy dispuesto a acceder a cualquiera de las dos o a ambas a la vez, y que, en palabras de Buena Fe, puedo asegurarte que no jugaré con tu soledad.

          “Necesité de ti antes de saber que existieras y cuando apareciste me paré donde me vieras", suena en mi Ipod. Qué casualidad o conexión con el campo, dirían los psicólogos, porque eso fue lo que me pasó contigo: antes de conocerte sabía que la persona que necesitaba llegaría en cualquier momento y cuando al verte supe que se trataba de ti, no tardé en mostrarme. Ah, seguramente no sabrás de qué canción te hablo. Es un rap venezolano, criollo. Sé que poco conoces de eso, pero no te preocupes porque conmigo descubrirás muchas cosas. Mejor dicho, descubriremos. A eso te invito: a descubrirnos. Yo por mi parte he quedado felizmente evidenciado ante ti.
                                                                                                                                                           Atte:

Fabián.

Claudia Hernández

1 comentario:

  1. Esto me recuerda a esa canción de la mosca que dice: todos tenemos un amor que nos complica la vida....!
    Que vaina con esas profesoras y profesores que roban algo más que suspiros.

    ResponderBorrar