-Hola:
-Dedícame la canción que se parezca a lo que piensas de ti...
-Confiésame un pecado divertido
-Cuéntame si la felicidad te sabe a trago de champaña o a beso de amor
-Quisiera saber qué piensas cuando ves caer las gotas de lluvia por la ventana
-Conquístame con tu mayor defecto
-Recomiéndame el libro que más te haya marcado
-Dime qué película no verías jamás, para verla cien veces sin ti
-Cuéntame qué te hace sentir plena
-Recítame el primer poema que te aprendiste
-Desnúdame sin ponerme un dedo encima
-Sedúceme con inocencia
-Confiésame un secreto inconfesable
-Cuéntame qué te hace ser "tú" cada día
-Dame tres razones para no quererte... tanto
-Dime a quién va dedicada tu canción favorita
-Cuéntame qué te borra la sonrisa del rostro
-Quiero saber a qué le tienes fe
-No me des razones para querer conocerte
-Dame un motivo para no ser desconocidos
-Confiésame que ves cuando cierras los ojos
-Cuéntame de qué material están hechas tus alas
-Dime si cuando me miras a los ojos, encuentras lo que estás buscando
-¿En quién piensas cuando te muerdes los labios?
-¿Cuál es tu lugar común favorito?... ¿El mío? El encuentro
-Confiésame una utopía
-Cuéntame qué te inspira
-Cuéntame en quién piensas antes de dormir, porque yo soy como Serrat, "no hago otra que pensar en ti, y no se me ocurre nada".
Elvianys Díaz
La Despedida
He amado antes, es muy cierto. He besado más bocas de las que seria adecuado contar si mi propósito es mantener mi estatus de dama. También es cierto que no fuiste el Adán de mi Edén. Tú has sido por tu parte un colonizador, un conquistador, quien ha construido y forjado. "El segundo en mi vida, pero el primero en amor", en palabras de Miguel Gallardo. Me he perdido en ojos hermosos, del color de los cielos y de los mares. Te confieso que muero por unos ojos verdes, como los que amaste tanto y que, de vez en cuando se me escapa un sueño en su nombre. Un nombre que mis labios no pronuncian, por no ofenderte. He tenido tantas aventuras como sueños, y bien sabes que soy una bohemia soñadora. Pero, no te cuento esto con el fin de vanagloriarme o para presumirte mis encantos (que ya los conoces bien). Si te digo esto, no es más que con el fino y firme propósito de contarte (por si no lo sabes) que aunque antes de ti tuve mundo, sé que después de ti quedaré en la nada. Porque simple y sencillamente lo eres todo: la sonrisa tonta en mis labios, el rubor en mis mejillas, mi enojo recurrente, y la calidez en mi entrepierna cuando se me ocurre pensar en tus caricias. Te amo con paciencia (te miento), te amo con locura. Lo lamentable del caso es que mis sentimientos por ti son un pecado inevitable que, probablemente ya estaba escrito en el libro de algún autor resentido, que se niega a otorgarnos un final feliz. Y hablando de finales, eso es justo lo que me ha animado a escribirte, en esta -casi inevitable- ocasión. A ti (al igual que a mi) no nos parecen gratas las despedidas, y mucho menos esas que guardan sabor a “hastasiempres”. Temía que al comenzar las primeras líneas de esta epístola, la palabra –despedida- se me atragantara en la garganta, y un inminente sollozo me impidiera hacer lo propio. Vamos a sincerarnos, esto nunca será una despedida. Me rehúso a ser cliché y decirte que te llevaré en el corazón y en el alma (aunque así lo sea). No te juraré que no te olvidaré, porque esto no es una canción de Enrique Iglesias. No haré promesas, ni daré mayores explicaciones (bien sabes que no me gustan). Te he dicho tantas veces que te amo, que ya no se me ocurre otra palabra para expresarte lo que me generas y me provocas. Mi amor, mi cómplice y todo, y en la calle codo a codo somos mucho más que dos. Te imploro que no me olvides, que me recuerdes como la mujer que te ama, no más que las otras, pero que te ama. Acuérdate de mi y cierra los ojos cuando escuches la voz añeja de Sabina, recordándote todas las veces que Nos dieron las diez; o cuando te derritas en las melodías de Serrat, pensando en nuestras Palabras de Amor . No olvides que hubo una mujer que quiso perderse contigo en Paris, en Tokio, en Caracas, en la ciudad que se te ocurra, pero contigo.

-Elena
E. Díaz
Con el permiso de Benedetti
Sé que estamos en tiempos oscuros donde la desesperanza parece perfumar el viento, la respiramos, la saboreamos y el caos impera. Pero por allí leí una vez que "cuando está más oscuro, es porque está a punto de amanecer". Y en medio de tanta oscuridad, yo anhelo ver el amanecer de su mirada. Así que, con el respeto que se merece, ¿me permitiría hacerle una confesión? Eso sí, que sea entre usted y yo, que no se entere más nadie, que éstas páginas en blanco, la tinta de mi voz y el café de sus ojos, sean cómplices de mi atrevimiento. Un atrevimiento bonito:
Yo estoy segura que cuando Benedetti escribió “la gente que me gusta”, lo hizo pensando en alguien como usted. Y me tomaré pretensiones que no me corresponden y le diré que ese poema fue escrito para que yo se lo dedicara. ¿No le parece un detallazo por parte de Benedetti? Quizás le parece atrevida mi atribución, me da igual. Aquí lo importante es que usted reúne todas y cada una de las características de la gente que me gusta. Por si no he logrado ser lo suficientemente explícita, usted me gusta.
Me gusta porque sabe a café con leche, y en la mirada tiene guardados los más sublimes amaneceres caraqueños. En su verbo guarda sed de justicia y ética, pero al mismo tiempo posee una irreverencia y una rebeldía que le distinguen y que a mí, particularmente, me dejaron impresionada desde el primer momento. Usted es una canción de Emmanuel, un poema de Benedetti, una milhojas. Me gusta por tener la sinceridad de más de cien mentiras. Combinación perfecta entre experiencia y juventud.
“A mi edad y a su edad, lo más lógico hubiera sido que me callase la boca; pero creo que, de todos modos, era un homenaje que le debía. Yo no voy a exigir nada. Si usted, ahora o mañana o cuando sea, me dice basta, no se habla más del asunto." M. Benedetti
Sin embargo, estoy clarísima, esto no es la "Tregua". Sé bien que, seguramente no contaré con la fortuna de Don Mario, y recibiré una respuesta como la del poema del uruguayo.
“Ya lo sabía”, dijo. “Por eso vine a tomar café".
Elvianys Díaz
Necesité de ti

No logro dormirme porque mañana no será un jueves normal, en el que iré a escuchar tu clase magistral, esa que das con la habilidad de quien lleva tiempo impartiéndola, pero a la vez con la originalidad y la innovación del que se levanta todos los días con ganas de hacer su trabajo y con algo nuevo que decir. Mañana, a diferencia de todas las semanas, en las que a pesar de no estar de acuerdo con algunas de tus premisas, salgo de clase satisfecho por haber aprendido algo nuevo con tus explicaciones y tu interpretación de los textos en relación con la realidad, saldré complacido, pero también nervioso porque luego compartiré contigo en un espacio distinto al aula de clase.
No consigo conciliar el sueño porque esta noche, por primera vez, me he puesto a pensar seriamente en todo. Me he tomado el tiempo para pensar en lo bella e inteligente que eres, en la forma imponente y a la vez sutil en que te expresas, esa que como hombre me atrae. Porque para mí la mujer ideal debe ser fuerte y delicada al mismo tiempo. Pienso en la esperanza que compartimos, la que, por distintos motivos para cada uno, nos hace levantarnos cada día. Esa que tenemos grabada en el espíritu. Aunque tú adicionalmente la llevas grabada en la piel ¡Qué detallazo! Me he detenido a pensar en la experiencia de vida que evidencias en cada uno de tus gestos y/o palabras, y que te hace ser tan interesante. Es por eso que me complace que hayas aceptado mi invitación a salir.
Pero me agrada mucho más que no te sea indiferente, que el feeling sea mutuo y que no hayas tratado de ocultarlo. Al contrario, lo has sabido demostrar. El tono de tu voz al decirme “Sí ¿por qué no?”, cuando te invité a tomarnos un trago, más la mirada que acompañó dicha afirmación, hicieron que notara que tengo chance contigo. Y ni hablar de “click” (vamos a decirlo así) que hemos hecho en clase cuando hago algún comentario acertado, sustancioso, con contenido importante, diferente a otros que no aportan nada para el debate académico. Esas acciones que reflejan tu agrado no mienten y me demuestran que el muro de resistencia que usas para no dejar que cualquiera entre a tu vida, no es inquebrantable. Entiendo que te protejas. Yo llevo 23 (sí, tengo apenas 23) años haciéndolo: procurando que la gente tenga la menor posibilidad de afectarme. Tus acciones también me han hecho saber que, ahora más que nunca, sigues sintiendo como mujer y que posiblemente quieres sentirme. Y, aunque no tengo tanta experiencia como tú, he vivido lo suficiente para saber qué terreno estoy pisando. Y, pese a que eres el terreno más complejo al que me he acercado, acepto el reto.
El reto lo tengo más tarde cuando salgamos. Espero saber comunicar, y no sólo con palabras, lo que siento por ti. Te propuse ir a Tequilibrio a tomar cocteles y a disfrutar de la música en vivo y te pareció una excelente idea. Te propongo también que me des la oportunidad de entrar en tu vida como hombre, siendo más que un simple alumno. De acompañarte de todas las formas posibles o de las que tú quieras. Porque ¿sabes? cuando te vi no pensé “Yo le meto”, como suelo hacerlo cuando veo a una hembra que está chévere. Y no es porque no te meta ( ¡uff, me canso!). Lo que pasa es que a ti no te meto un ratico, sino que voy con todo. No sé si tú desees darle rienda suelta a los sentimientos o prefieras tener sólo una amistad con sexo. Solamente sé que estoy dispuesto a acceder a cualquiera de las dos o a ambas a la vez, y que, en palabras de Buena Fe, puedo asegurarte que no jugaré con tu soledad.
“Necesité de ti antes de saber que existieras y cuando apareciste me paré donde me vieras", suena en mi Ipod. Qué casualidad o conexión con el campo, dirían los psicólogos, porque eso fue lo que me pasó contigo: antes de conocerte sabía que la persona que necesitaba llegaría en cualquier momento y cuando al verte supe que se trataba de ti, no tardé en mostrarme. Ah, seguramente no sabrás de qué canción te hablo. Es un rap venezolano, criollo. Sé que poco conoces de eso, pero no te preocupes porque conmigo descubrirás muchas cosas. Mejor dicho, descubriremos. A eso te invito: a descubrirnos. Yo por mi parte he quedado felizmente evidenciado ante ti.
Atte:
Fabián.
Claudia Hernández
Claudia Hernández
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