Aros García: fluidez de melodía entre rimas y samples
Ángel García, conocido en la cultura del rap como Aros, es cantante y creador de pistas de este género musical

Dio sus primeros pasos en el mundo del hip hop al entrar en la adolescencia. El rap norteamericano de los años noventa y el Jazz fueron los ritmos que influyeron y determinaron su inclinación musical y profesional
El rap llegó de manera avasallante a la vida de Ángel José García Estévez cuando estudiaba los primeros años de bachillerato. Escribir rimas en los cuadernos, cantarlas a la hora del receso y hacer el sonido de los compases con la boca, se volvieron actividades cotidianas para este joven, conocido en la cultura rapera con el nombre de Aros.
Haber vivido parte de su infancia en una hacienda ubicada en el estado Táchira influyó en la orientación de sus primeras metas a temprana edad. “Cuando era chamito quería ser veterinario y ayudar a los animales, porque vivía en una finca donde había cochinos, perros, vacas, gatos”, explica. Sin embargo, ese contexto no desplazó su verdadera vocación, el gusto y la inclinación a la cultura hip hop, específicamente hacia el rap. “Yo era la única persona del estado Táchira que tenía un disco del grupo Gorillaz. Todos escuchaban raspacanillas y vallenato. Recuerdo que llegó alguien de Caracas con un CD de esta agrupación en el que había canciones parecidas al rap. Entonces me fui guiando por el sonido y me fue gustando”. Fue el punto inicial de su recorrido musical hacia este género: Gorillaz, Eminem, Venezuela Subterránea, Guerrilla seca y Tres dueños.
El joven rapero de 20 años rememora con una sonrisa en el rostro el comienzo de su carrera en el año 2006. Recuerda que en los primeros años de liceo formó un crew (grupo) con sus compañeros de clase: freestyleaban (improvisaban), escribían rimas sin un sentido social claro y se sentían profesionales. Posteriormente, la práctica y la dedicación al oficio comenzaron a derivar en aprendizaje y resultados concretos. “En 2009 – 2010 estuve en el grupo Desordenados, un grupo bien conformado. Con la agrupación comencé a formar la carrera que tengo hoy en día y me fui al mundo del beatmaker”, afirma. Esos años también legaron a Aros su nombre artístico o A.KA. Éste le fue otorgado por un amigo fallecido, con el que rapeó por primera vez en su vida. “Desde el principio él dijo que mi A.K.A iba a ser Aros. Así ha sido, es y será en su honor”.
“Súbete esos pantalones, córtate ese pelo, ponte a estudiar”, eran algunos de los comentarios que hacían sus familiares al verlo en la movida del hip hop. Pero el tiempo, los toques gratis, “lo que hace todo rapero que comienza desde abajo”, y el estreno de su primer disco en el año 2013, lo hicieron merecedor de respeto por parte de sus parientes, quienes actualmente lo apoyan en todas las actividades que realiza a nivel musical. En los demás aspectos de su vida realiza tareas cotidianas. Se levanta, va a su trabajo de medio tiempo, compra comida, hace diligencias y dispone una buena parte del día para trabajar como beatmaker, creando pistas de rap. Aunque su afición por hacer beats no es igual de intensa todo el tiempo. “Puede ser que este mes no haga ninguna pista. Pero puede ser que mañana me provoque hacer beats todo el día. Cuando empecé hacía hasta diez pistas diarias”, comenta.
Sus mezclas se fueron escuchando entre los artistas del género y la demanda hacia su trabajo surgió de forma simultánea con el nombre de Aros beatmaker, que lo distingue y diferencia del Aros rapero. El ingreso económico mediante la venta de pistas también varía por temporadas. “Hubo un tiempo, el año pasado y el antepasado, donde todos los días hacía y vendía beats para artistas de rap reconocidos. Esto a veces me da y a veces no”. De hecho, la inestabilidad del mercado de las pistas ha significado la dificultad más notoria que ha enfrentado. “Cuando inviertes todo tu tiempo haciendo beats y nadie los compra es chimbo, es muy fuerte, porque estás sin nada en los bolsillos”, agrega.
El rap norteamericano de los años noventa fue el género musical que lo inspiró a hacer pistas y ha ocasionado que éstas posean un estilo de hip hop clásico, rasgo que delinea su estilo. En sus inicios sampleaba (tomaba un fragmento musical para mezclarlo) con jazz. Algunas veces buscaba samples de otras canciones y los adaptaba a su estilo. Sin embargo, sus creaciones no siguen un patrón de ritmo cerrado. Al contrario, a Aros le gusta experimentar con los sonidos. Después de sonreír y mirar al cielo tratando de memorizar la anécdota, cuenta que en una ocasión tomo el audio de una entrevista hecha al presidente Hugo Chávez, reprodujo la grabación al revés, agregó el sonido de un piano y de ello resultó “un sonido extraño, dark, oscuro”.
Su inspiración o musa a la hora de hacer beats no guarda relación con impulsos de ego o intenciones de ser mejor que sus colegas. La motivación se remite más a lo que surja en el momento y a dar con el sonido exacto que haga click en sus oídos. “Es algo espontáneo”, comenta. Su ritual al momento de crear una pista es sencillo y consta de pasos básicos: “Lo primero que hago es sentarme en la computadora y escuchar música que no sea rap. Luego extraigo una parte de ese sonido y lo envío a donde pico el pedazo de sample. Después armo el bombo y la caja y ahí va fluyendo”, explica.

Respecto a las nociones de productor musical y beatmaker, delinea sus diferencias y explica que el primero, aunque debería saber de todo, se encarga de grabar la voz del cantante y mezclarla con los sonidos, mientras que el segundo es quien se ocupa de crear la pista sobre la que se canta.
Por otra parte, tomando como base de conocimiento su experiencia de vida, considera que el apoyo estatal e institucional a los beatmakers a nivel nacional es bajo. Aunque no descarta su existencia. De igual forma, estima que sería conveniente que los hacedores de pistas se organizaran, posiblemente a manera de gremio, a fin de lograr objetivos comunes. Sin embargo, apuesta por el trabajo individual, debido a que delimita estilos. “Ahorita cada MC o cada grupo tiene un beatmaker particular. Es fino que cada quien tenga un sonido especifico”, comenta.
A lo largo de su carrera ha trabajado con varios artistas del género, como Scrop, Flysinatra, Gona, Apache, Nasty Killah, Pandesousa, Soires Naes, entre otros. Pero sus logros actuales no solo se remiten a la creación de beats, sino que también hacen referencia a sus producciones como rapero, debido a que nunca ha abandonado esta faceta. Después de que Desordenados se disolviera como grupo musical y quedara siendo un crew, comenzó a trabajar con su amigo y colega Flysinatra. De esa unión surgió su primer disco 90 y pico y actualmente está trabajando en su segunda producción discográfica titulada A ere o ese. Vol 1, la cual tiene previsto estrenar en enero de 2015.
Su relación con la música gira casi en su totalidad alrededor de rap. “Soy una persona muy enfocada en el rap. Me encanta escucharlo desde que despierto. Casi no escucho otra cosa que no sea rap, reggae y rock”, afirma. Por otro lado, comenta que su motivación personal a la hora de hacer alguna actividad es plantearse una meta y apuntar a lo alto para cumplirla y trabajar para ser bueno en lo que haga. “Ser alguien en la vida con lo que decida hacer”, explica.
Entre Ángel García y Aros las diferencias se desvanecen día a día y los dos personajes están comenzando a volverse uno. “Debido a que soy un MC solista, trataré de mezclar la vida personal (la interpretación de lo que vive) de Ángel García con Aros, para que éste no se sienta solo. Por ello, está empezando a rodar el nombre de Aros García por las redes sociales”.
Este beatmaker – rapero considera que, a fin de fortalecer el rap como movimiento a nivel nacional, es necesario que haya una industria musical estable, en la que a través de inversiones se brinde apoyo a los proyectos musicales de los artistas del género. Al respecto señala que el trabajo de Rap Latino Progress, una asociación conformada principalmente por los integrantes del grupo 4to poder, ha hecho un buen trabajo en este sentido.
A manera de reflexión, en un mensaje dirigido a quienes no conocen acerca del oficio de los beatmakers, les aconseja tomar cinco minutos para visitar Youtube y apreciar el trabajo que realizan estos creadores de pistas. Su expresión se torna seria y serena. Entonces agrega un mensaje final dirigido al público en general diciendo: “Confíen en lo que estamos haciendo los beatmakers ahorita. Ya el rap no es para malandros, sino para toda una nación y el mundo entero. Es un género que ahora se respeta”.

Claudia Hernández
@Clau_Hernndz
GISELA KOZAK ROVERO: "La literatura ha sido una forma de vida"
“Es como si de repente se necesitara pensar, tener otro lenguaje para entender qué ha pasado con nosotros", afirma la escritora de Ni tan chéveres ni tan iguales
Por: Elvianys Díaz / @ElviDiaz18
Por: Elvianys Díaz / @ElviDiaz18
LiberArte está ubicada en el local número 16 del Centro Comercial Los Chaguaramos. Es amplia, cálida y está bañada por la mezcla de la antigüedad y el modernismo. La luz es tenue, un aroma a té impregna la habitación. Hay muebles, sofás y, por supuesto, libros de literatura, ciencias sociales, humanidades, poemarios y obras de arte. La banda sonora es un Jazz que lo envuelve todo. Es curioso, aunque el lugar es íntimo y acogedor, da una leve impresión de abandono, me recuerda a mi Alma Máter, la Universidad Central de Venezuela. Entrañable, sí. Pero con esa sensación de deterioro que te hace presentir que, en definitiva, tuvo tiempos mejores. Allí me citó Gisela Kozak Rovero.
Para la escritora y narradora venezolana, la literatura ha sido una forma de vida. “Es una forma de estar en el mundo, de pensar el mundo y la verdad es que no me arrepiento. La literatura fue una decisión vital para mí”, relata la también profesora de la Escuela de Letras de la UCV que, además, confiesa que Caracas es una de sus bajas pasiones. “Es como una mujer a la que se adora pero te trata mal”, comenta con un tono de nostalgia y picardía.
Kozak tiene una voz aplomada que deja poco espacio para el titubeo, y una mirada firme que se enternece y endurece, en la misma proporción, cuando le corresponde hablar de su ciudad, una constante en su obra. “Para mí, vivir en Caracas, ha sido un tino, un destino, una elección, algo que a veces me molesta profundamente, pero es una relación muy contradictoria. Es una ciudad incómoda, peligrosa, dura, pero es mí ciudad, yo soy de aquí, lo que yo amo es de aquí, las cosas que a mí me interesan están aquí”, afirma como quien habla de un amor complicado.
Su prosa tiene el estilo mordaz, crítico e irónico que sólo se puede lograr desde la experiencia y la inteligencia. Ha escrito ensayo, crítica literaria, cuento, novela y artículos de opinión en los que resaltan temas como el feminismo, la diversidad sexual y, por supuesto, Caracas y la situación política y social del país. Su publicación más reciente, de la Editorial Puntocero, Ni tan chéveres ni tan iguales, narra y confronta, con el tono de una conversación casual, estereotipos del venezolano, el culto a lo militar, la gasolina regalada, el menosprecio a lo femenino, la cultura popular y el “cheverismo”.
“Me interesó saber, indagar, por qué, efectivamente, nos consideramos tan ricos, tan igualitarios, no racistas, abiertos. Cuando, básicamente, somos una cultura mojigata que no reconoce las diferencias que la atraviesan y que, desde luego, nuestra idea de la riqueza se contradice abiertamente con la vida de la mayor parte de los venezolanos", explica la autora.
—¿Qué significa ser chévere en Venezuela?
—Cómo vernos como esos sujetos henchidos de placer por la vida, henchidos de plenitud, en estado beatífico de felicidad y juventud eterna. Bellísimas las mujeres, simpatiquísimos los tipos. Además, energéticos, veloces, grandes consumidores de viagra. En un país peligrosísimo. ¿De verdad tu puedes vender, sin que se te caiga la cara de pena, un país como Venezuela cómo el destino más chévere? Esas son preguntas claves. Por ejemplo, ésta mañana Valentina Quintero decía: “En Canaima llegaron haber 100 turistas diarios. Sí, llegaban 100 turistas extranjeros, pero como el aeropuerto está malo llegan 10 o 15 por semana”. Entonces, esas cosas tienen que llamar la atención y yo creo que solamente las libertades de la literatura, el ensayo, la crónica, pueden plantearse esos problemas.
Y, en ese proceso de descubrir “cómo somos", Kozak considera que en Venezuela se está desarrollando un nuevo tipo de escritura, producto de la perplejidad que producen fenómenos como la polarización. "¿En qué momento un país tiene poblaciones que, en sus casos más extremos, parece estuvieran viviendo en dos universos paralelos, en dos planetas? Creo que a todos, de alguna manera, a los escritores y en general, eso nos ha golpeado. ¿Por qué hemos llegado a esto? Yo creo que todos nos preguntamos qué está pasando, y esas preguntas, no creo que no las hagamos de un lado nada más, por más que las explicaciones sean distintas. Además, es muy curioso pero tanto el libro de Héctor Torres, Objetos no declarados, como el mío, son una cosa fronteriza, tiene que ver con la crónica, con el cuento, con chismes, con observación cotidiana, con artículo de opinión. Es como si de repente se necesitara pensar, tener otro lenguaje, para plantearse al país. Y como escritores lo hacemos a partir de la vida cotidiana, de lo que tenemos a mano: ¿Oye, qué ha pasado con nosotros?”
Por lo tanto, la escritora y asesora en políticas culturales, considera que la literatura está tratando de construir un espacio de reflexión sobre lo que está ocurriendo, a través de un lenguaje donde la conversación sea protagónica. Cuando se le pregunta por el futuro de la literatura, sonríe y comenta: “No hay nada más fino, y más elegante, y más cool que estar diciendo que algo se está muriendo. La literatura se acabó, la muerte de la novela. Bueno, la literatura continúa, sorprendentemente, continua”.
—¿La nueva generación de autores venezolanos está reflejando en sus obras la cotidianidad del país?
—Creo, incluso, que a veces demasiado. Pienso, por ejemplo, que existe, en particular en el cuento, una fuerte tendencia a plantearse temáticas acerca de la sordidez, del vacío de la existencia, la droga, la sexualidad como problema, el amor como problema, la vida sin sentido. Es decir, una problemática que viene de un fuerte impacto de la literatura norteamericana, lo he comentado en varias oportunidades, Raymond Chandler, o cierta literatura sucia norteamericana. Pero que, al mismo tiempo, es toda una manera de vivir estar aquí. Porque además, son escritores de diversas generaciones. Algunos de los cuales son orfebres, por ejemplo, Oscar Marcano que es el mayor de toda esa literatura sucia venezolana, y digo sucia en un sentido positivo. Todos esos escritores: Leopoldo Tablante, Carlos Ávila, Enza García Arreaza, en todos esos universos, un mundo que parece inmanejable, donde se vive una gran soledad, un gran abandono, una gran tristeza. Y creo que algunos cuentos de En Rojo caben perfectamente en eso, no lo había planteado pero caben perfectamente en esa onda. Pienso que de todos nosotros quien ha retratado ese universo con mayor originalidad y ha permitido que asuma un significado más humano y más entrañable es Héctor Torres en Caracas muerde. Creo que es un buen momento para el cuento en Venezuela y hay, de verdad, manifestaciones completamente diferentes.
—¿Y el tema del desencanto y la violencia histórica?
—Evidentemente, en Venezuela, hay una literatura fuertemente crítica y sensible a la violencia, se impone el realismo sucio, cosa que no pasa en otra literatura. Pero también hay voces que evolucionaron de ese realismo sucio, es decir, Postales sub sole de Fedosy Santaella, es un libro muy distinto al de Teofilus. Tenemos el caso, por ejemplo, de Israel Centeno que escribe una literatura sin concesión alguna.
—Por cierto, ¿qué es el realismo sucio?
—De alguna manera así se llamó a cierta literatura norteamericana que tenía que ver con la violencia, con la marginalidad, etc. Pero es una forma, digamos, de plantear la fuerte presencia que tiene entre nosotros una literatura del varón desencantado, solitario, marginal, borracho, drogadicto, que tiene graves dificultades para vivir su mundo. Y creo, te reitero, es un momento en el que hay muchísimas propuestas, unas más conocidas que otras pero que realmente vale la pena acercarse a ellas. Una literatura que sea capaz de plantearse todos los caminos, no solamente el desencanto varonil y de la decepción, y la marginación frente a un mundo terrible, sino también los múltiples caminos del vivir humano en nuestro contexto. Está también, por supuesto, Sánchez Rugeles, nuestro máximo realista sucio. Él tiene algo que es una cualidad muy importante: puso a leer a gente que no se acercaba a un libro.
—Usted los ha llamado la generación Liubliana…
—Generación Liubliana, una generación altamente desencantada que se quiere ir del país, una cosa extremadamente dolorosa y tremenda que está ahí. Y que, por cierto, la gente espera que Sánchez Rugeles un poco exprese en su vida y en su personalidad eso, pero ese un hombre feliz. Irónico, desencantado, pero feliz. Un tipo que ha trabajado a pulso su cerrera literaria, y me parece muy bien, y ha conseguido, de verdad, que un montón de gente joven lea.
—¿La revolución bolivariana ha influido en la literatura venezolana actual? ¿De qué manera?
—Bueno, la primera influencia podría ser de carácter temático, En Rojo, hay cosas de la revolución bolivariana que están presentes. Carlos Noguera ha trabajado algo ese tema. Digamos, eso sería lo más epidérmico. Es decir, que se tematicen asuntos políticos. Yo creo que en lo hondo, toda ésta voluntad de escritura, de indagar a fondo en las llagas, en los dolores y en los problemas de la sociedad venezolana está vinculado precisamente a esa situación que nos ha puesto cara a cara con nuestro destino cómo venezolanos, estemos aquí o no. Pienso en la narrativa de Méndez Guédez, hay escritores que han tocado el tema. Pero, además, está vinculado a toda una problemática de la diáspora, es decir, la gente que se va.
—¿Considera qué Venezuela sigue siendo el país que siempre nace?
—Más que nunca, es decir, cada día más. Venezuela tiene un problema y es que tiene que volver a andar lo andado. Es el país inventor del agua tibia. La enorme tendencia del gobierno al inútil ensayo y error.
—¿A cuál género literario se le parece la Venezuela de hoy?
—Sainete con género de terror…
—¿Y a Gallegos con la barbarie?…
No, para nada, esto es… ¿Cómo le podríamos decir?... Un sainete sin humor y pleno de crueldad, eso es. Porque el sainete se define por el humor, pero no, esto es un sainete que aterroriza, ese es el género de Venezuela.
Gisela Kozak, la escritora
Se formó con los escritores del Boom, de España. “En los años 80, cuando yo estudiaba Letras en la UCV, leí a Vargas Llosa, a Carpentier —que me cambió la vida y decidí convertirme en latinoamericanista—, leí a Marta Traba, por supuesto a Borjes, a Cortázar, a García Márquez. Una literatura compleja, con un ánimo revolucionario. Eso fue lo que me formó a mí cómo escritora”, relata la autora de Todas las lunas.
Mientras compartimos un té, en los espacios de Liberarte, confiesa que depositó sus utopías y pasiones en Todas las lunas: la música clásica, el erotismo, los clásicos literarios. “El lenguaje te da la posibilidad de conformar un mundo a partir, precisamente, de esas cosas irrealizables”, enfatiza con una sonrisa.
"Tengo que reconocer que de adolescente y de joven a mí me impresionó muchísimo el neorealismo italiano, de Passolini, de Visconti que ya, además, las veía reestrenadas en el cine de la universidad”. Todas esas películas y autores conformaron un imaginario, unos colores, una manera de ver el mundo, de plantearse la literatura como una decisión vital y que constituyen a la escritora de hoy.
Una narradora mordaz que desde la elegancia, la crítica y la ironía, decidió que Venezuela formara parte de su trabajo. "Formó parte de mi trabajo en Ni tan chéveres ni tan iguales, también En Rojo y en Latidos de Caracas. Y bueno, ni hablar de mi trabajo crítico, porque ha tenido que ver en los últimos años con las políticas culturales venezolanas. Pero eso es una decisión personal, creo que la relación no es la misma en todos los escritores. Cada escritor escoge su manera de plantearse su rol respecto al problema político".
La obra

“Vamos a hacer hasta lo que no existe”
El rap venezolano es una realidad concreta actualmente. Lo que hace 20 años era un proceso en etapa de gestación, hoy puede palparse y percibirse en todas partes. Las causas de su origen ( la inconformidad social, acompañada de las ganas de gritarla a los cuatro vientos), se mantienen. Sin embargo, los raperos se han percatado de que su don para rimar y enviar mensajes de forma masiva, acarrea responsabilidad. Han caído en cuenta de que hasta expresando lo que no les gusta, deben ser conscientes. De igual forma, parte de quienes integran este movimiento saben que, pese a que el género ha evolucionado, todavía es necesario corregir y perfeccionar varios aspectos. Frente a esta situación, cada uno de sus integrantes ha actuado de diferentes maneras.
El rapero venezolano Truko lo está haciendo a través de “La Poesía de la calle”, taller que imparte en la Casa de las Letras Andrés Bello. En esta ocasión, el cantante dio detalles acerca de esta iniciativa. De igual forma, comentó los pormenores de su nueva producción discográfica “Horario supervisado”:
¿Cómo surge la idea de buscar el apoyo de la Casa de las Letras Andrés Bello?
La idea de buscar el apoyo en la Casa de las letras surgió debido a que es el único ente encargado de la poesía convencional. Además, fui el único rapero venezolano que invitaron al Festival Mundial de Poesía 2013. Aproveché ese contacto para pedir que me brindaran la oportunidad y el espacio para hacer esto.
¿Cómo fue la receptividad de la Casa ante tu proyecto?
La receptividad de la Casa ha sido al 100%. De hecho, todas las cosas que he necesitado, las he tenido, gracias a Dios. He contado con todo su respaldo en todo lo que concierne a la organización del evento. Todo lo he tenido gracias al apoyo que ellos me han prestado.
¿A qué público va dirigido "La Poesía de la Calle"?
Al público en general. De hecho, hay invitados que forman parte del movimiento del rap. Pero también está abierto a cualquier persona.
¿Qué contenidos ofrece el taller?
En principio el taller se ideó con la finalidad de fomentar el uso positivo de las composiciones de rap para el Festival Mundial de Poesía 2014. Pero los raperos, al percatarse de que existen ciertas inquietudes y necesidades prioritarias para el rap venezolano actualmente (por ejemplo, la necesidad de unión y autogestión), se dieron cuenta de que deben coordinar muchas cosas antes de poder ponerse de acuerdo para sacar un producto específico para el festival.
¿Cuándo inició y de cuántas clases consta?
Inició el 06 de mayo, primer martes del mes, y termina el primer martes del mes de junio, el día 03.
¿Te ha acompañado algún colega del género?
Sí. Han venido Crisler, Flysinatra, Aros, C4, Reke y La mente. También vino un integrante del crew SPL.

¿Cómo fue la integración de ellos a esta iniciativa?
Su integración ha estado marcada por el compromiso. Flysinatra y Aros quedaron muy comprometidos. Hasta el sol de hoy están aquí conmigo. Crisler siempre está pendiente de todo y me hace propuestas constantemente. Los demás no han prestado la atención suficiente. Entiendo que deben tener otros compromisos que atender.
¿Cuál consideras que es el aporte de este tipo de talleres y de éste específicamente al rap venezolano?
El aporte principal ha sido la integración. El poder darse la mano para llenar parte del vacío que tiene el movimiento en general: la falta de organización y de condescendencia entre los raperos. Esto es importante, puesto que no ha existido la preocupación acerca de qué tanto pueden ayudarse los raperos mutuamente, sino que se han centrado en cómo hacer el trabajo de manera individual. Con este taller estamos buscando la manera de sacar provecho a nuestros trabajos con el fin de que sean útiles para todos.
El encuentro de hoy cuenta con una particularidad: el estreno de Horario supervisado, tu nueva producción. ¿Qué encontraran los oyentes en este disco?
Aproveché el encuentro de hoy para salir de ese lío que tenía con el Horario supervisado desde el año pasado (risas). Hoy lo estoy vendiendo por primera vez y anoche salió el video promocional. Es un disco lleno de mucha escritura. No me centré en ningún tema específico. Lo planteé desde un punto de vista tal vez un poquito fuerte, ya que no todo lo que decimos tiene que ser bonito o lo que es bonito puede ser un poco fuerte también. Es un disco corto, de ocho canciones. La producción es un poquito suave: las pistas son bien melódicas, bien armónicas. Se pueden encontrar pistas agradables al oído y letras como la de “extraña belleza”, que es un mensaje positivo para la mujer venezolana, en el que se le plantea que se acepte como es y no sea presa, por ejemplo, de la necesidad de una operación estética. Tenemos contenido, una buena escritura y un montón de instrumentales bien chéveres como para que se los vacilen.

¿A cargo de quién o de quienes estuvo su producción?
El disco fue producido en Chillout Music por Hpc, Rubén Roots y yo. Y la post producción estuvo a cargo de Jorge Herrera.
¿Qué evaluación podrías hacer acerca de la situación actual de rap venezolano, cuáles consideras que son sus carencias y qué aporte inmediato harías al género?
Siento que en este momento el rap venezolano necesita autogestión. Creo que esa es la única manera de que salga adelante por sí mismo, debido a que no tenemos un mercado musical y debemos hacerlo juntos. El rap necesita organización y, sobre todo, responsabilidad. Que la gente sea capaz de morir por su palabra. Es un dicho que escuché una vez y creo que la gente que está haciendo rap debería tener esa capacidad, especialmente en este momento tan importante como el que está viviendo Venezuela. Yo por mi parte puedo aportar responsabilidad. Yo creo soy capaz de morir por mi palabra. También puedo colaborar a través de iniciativas como ésta en las que se busca que nos montemos a trabajar.
Algún mensaje que quieras compartir…
Somos nosotros. No se frenen ni esperen a que nadie haga nada. Vamos a hacerlo todos juntos. Si es necesario, vamos a hacer hasta lo que no existe. Hay que hacerlo. Las ideas son luz. Cuando Dios dijo “hágase la luz”, surgió una idea. Es lo único que necesitamos.
Claudia Hernández
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