martes, 18 de febrero de 2014

Con el permiso de Benedetti


  
              Sé que estamos en tiempos oscuros donde la desesperanza parece perfumar el viento, la respiramos, la saboreamos y  el caos impera. Pero por allí leí una vez que "cuando está más oscuro, es porque está a punto de amanecer". Y en medio de tanta oscuridad, yo anhelo ver el amanecer de su mirada. Así que, con el respeto que se merece, ¿me permitiría hacerle una confesión? Eso sí, que sea entre usted y yo, que no se entere más nadie, que éstas páginas en blanco, la tinta de mi voz y el café de sus ojos,  sean  cómplices de mi atrevimiento. Un atrevimiento bonito:
       Yo estoy segura que cuando Benedetti escribió La gente que me gusta, lo hizo pensando en alguien como usted. Y me tomaré pretensiones que no me corresponden y le diré que ese poema fue escrito para que yo se lo dedicara. ¿No le parece un detallazo por parte de Benedetti? Quizás le parezca atrevida mi atribución, me da igual. Aquí lo importante es que usted reúne todas y cada una de las características de la gente que me gusta. Por si no he logrado ser lo suficientemente explícita, usted me gusta.


     Me gusta porque sabe a café con leche, y en la mirada tiene guardados los más sublimes amaneceres caraqueños. Su verbo guarda sed de justicia y ética, y su prosa una crítica sabia, y no por sabia deja de ser tierna. Pero, al mismo tiempo, posee una irreverencia y una rebeldía que le distinguen y que, a mí  particularmente, me dejaron  impresionada desde el primer momento. Usted es una canción de Emmanuel, por lo Insoportablemente bella bella, un poema de Benedetti, una milhojas. Me gusta  por tener la sinceridad de más de cien mentiras. Combinación  perfecta entre experiencia y juventud.

    “A mi edad y a su edad, lo más lógico hubiera sido que me callase la boca; pero creo que, de todos modos, era un homenaje que le debía. Yo no voy a exigir nada. Si usted, ahora o mañana o cuando sea, me dice basta, no se habla más del asunto." M. Benedetti.
                                                                                                              
   Sin embargo, estoy consciente, esto no es la Tregua. Sé bien que, seguramente, no contaré con la fortuna de  Mario, y recibiré una respuesta como la del poema del uruguayo. Sin embargo, por allí dicen que "la esperanza es terca". Así que me debatiré entre la necedad y la virtud. 

    
   “Ya lo sabía”, dijo. “Por eso vine a tomar café".
                                                                                                                         
                                                                                                             
     Elvianys Andrea Díaz

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