Ella nunca estuvo muy bien de la cabeza. Me consta. Y no sólo a mí, sino a mi difunto amigo. Él estuvo enamorado de ella hasta la muerte, que irónicamente parecía ser la amante secreta de ella. Al final de todo, no quedaba más que escuchar las suposiciones de cada persona cercana a ellos para tratar de entender qué ocurrió.
Al parecer ellos se amaban a
desmedida, pero las conductas sadomasoquistas en sus relaciones sexuales no los
ayudaban mucho. Ciertamente, él siempre cargaba un moretón nuevo y
constantemente estaba agobiado por el dolor,
no sólo físico, sino mental. Ni hablar de cuando lo llevamos a rumbear sin el
permiso de ella. Fue la primera vez que lo vi tan sonriente tras tantos años de
matrimonio (nueve para ser exactos) y vida con esa mujer, pero también fue la
primera y única vez que estuve frente a un amigo al que le pegaba su mujer.
Esa última noche nadie la sabe
contar con exactitud. Seguramente para los policías está siendo un problema
resolver este caso, en el que hay muchos testigos, pero nadie maneja la
información correcta. Es muy confuso. Al igual que Sócrates, un vecino (muy
mirón por cierto) que les dice a los investigadores: “Yo solo sé que no sé
nada”.
Por lo que se escucha entre todo el
cuchicheo de las mujeres y algunos caballeros del funeral, la es culpa de ella,
quien sólo lloraba para disimular su
gusto por la muerte de su esposo. La gente es muy cruel y cuando creen conocer
a alguien, son aún peores, porque sienten que pueden criticar a diestra y
siniestra.
Ellos eran muy felices, es todo lo
que sé. Y su trágico final no debería ser tildado de homicidio involuntario,
sino de suicidio involuntario, ¿quién le mandó a casarse con ella? Con una
mujer que come plástico y que él por complacerla se atragantó con una bola del
mismo, proveniente de un consolador usado.
Anónimo
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