jueves, 7 de agosto de 2014

Hoy y siempre, muy señora mía

         Marilala, siento que te necesito, cómplice de mi imaginación.  Como tú no hay otra. Te quiero hoy y siempre, lejos o cerca, me une el vernos en Maracaibo, bajo un inexpugnable anonimato, frente al relámpago del Catatumbo, donde nos daremos un beso eterno.

Tú que me conoces tanto, y yo que no me canso de soñarte. Déjame recorrer tu espalda en una cruzada por el romance, donde el deseo o las ganas de ver estrellas de color rosa determinen hasta dónde puedo llegar.

Eres una sombra que siempre me mirara, me juzgara e influirá en todo lo que haga, en lo que escriba y en mi vida sentimental. Nadie se me ha parecido a ti, a lo que tú generas, a lo que tú transmites. No tengo consuelo, no encuentro manera de olvidarte.

Cierro estas breves líneas dejando constancia de mi amor por ti. No me olvides, tengo miedo de vivir bajo la incertidumbre de no saber lo que es estar contigo, envidio absolutamente a todo el que te pretenda, ninguno es suficiente para lo que tú implicas.

Soy un egoísta si de ti se trata, la libertad sin ley es anarquía, y me da miedo los lobos que te desean. Sin ti soy tan pobre que solo tengo dinero. No hay  un “te amo” que se compare con uno que tu pronuncies. No me deje morir, señora del rayo.


                                                               
                                                                 Tomás Chitty

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